viernes, 25 de marzo de 2011

EL DIABLO COJUELO: APORTACIÓN DE LA TRADICIÓN CASTELLANA



El diablo cojuelo representa una aportación de la tradición popular castellana, que combina la picaresca ciudadana con la teología y mitología que arrostra el pueblo castellano.


Representa lo humano, lo caído, pero también lo hundido y compasivo del hombre. El diablo cojuelo representa el reconocimiento de la naturaleza terrestre y mortal del hombre, de la que no puede rehuir, y que le hace caer una y otra vez, reconocer su naturaleza "humana, demasiado humana".


Por eso, el diablo cojuelo, como diablo menor, víctima de sus propias penuarias y necesidades, es representado por la cultura popular castellana compasivamente, con condescencia, y reaparece pletórico, en todo su esplendor en cada celebración de Carnaval. Es una maldad, que lejos de alejarnos del mundo, nos obliga a vernos reflejados en él y reconocer nuestra misma mismidad. Nuestra misma naturaleza terráquea.


En cierto sentido, una fuerza de la naturaleza que se aprecia "en nacimiento", en cada nuevo reverdecer de la naturaleza, con cada primavera. El Dionisos griego, o Baco para los romanos, pero también el "diamon" o Dios interior de los gnósticos, a quién se rinde secreta pleitesía en la celebración eucarística cristiana, cuando se bebe el vino y se parte el pan, pero esta vez, ensalzado entre cantos y oraciones para celebrar a una potencia antagónica, que se ubica en el cielo configurando los cuatro vórtices terrestres y dimensiones de la experiencia social del hombre.


Aquella vocecita interior que deslinda todas las alternativas y que pregunta "En qué nos hemos equivocado" o que afirma asertivamente "No es esto, no es esto".


¡Feliz equinoccio de Primavera y Año Nuevo Persa a todos (1.390)!